martes, 6 de marzo de 2012
carta a michel
establecidos los silencios. dibujados los espacios en blanco. múltiples focos de resistencia trazados hacia una línea cada vez más sobria, más pura... y sin embargo... quién nos había seguido? eramos reconocibles desde cualquier punto? había sido una salida en falso? como los buceadores del pensamiento... había regresado con los ojos inyectados en sangre, pero tú insistes en que no estamos fatalmente condenados a la locura o la muerte...entonces, acaso sólo nos queda la soledad?
si, mi extrema afabilidad ha creado grandes distancias: algo siempre debe quedar inaccesible. un día habrá que borrar totalmente las huellas, borrar esos inmensos rastros verbales que dejamos detrás de nosotros, para quedarse sin identidad, para perder el rostro... y allá, afuera, en el borde exterior, en esa perpetua inversión de lo cercano y lo lejano, en el límite de una aceleración que hace imposible distinguir el suicidio de la muerte, a veces es imposible diferenciar aquellos lejanos rostros y rastros de humanidad....
como cocteau, conozco la velocidad asombrosa del sueño, conozco como se des-pliega gracias a lo cual la eternidad se convierte en algo que podemos vivir... el problema, una vez más, es la vigilia. la gente. bullir de lo cotidiano. cuerpos adiestrados. soberanía del aburrimiento. los problemas que no dependen de uno.
qué hacer? regresar? resignarnos como leibniz qué, cuando creía haber llegado a puerto estaba otra vez en altamar...? buscar, como ulises (atopos) sólo para encontrar que te has ido: "no, no no estoy donde ustedes tratan de descubrirme sino aquí desde donde los miro... riendo.."
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