viernes, 6 de febrero de 2009
Caborca: retén 10:45
75 minutos de espera
todos abajo
el camión sucio
pequeños hombrecitos uniformados
obedeciendo a ciegas a un comando invisible
seis horas desde Guaymas
150 asesinados en Hermosillo
400 autos estacionados
narcotráfico...
no hay sentido común
no hay sentido común
y enmedio del frio endemoniado del desierto
una señora debe bajar con sus tres niños
surrealismo bretoniano.
Pienso en Calixto Muni luchando contra los yoris en 1741; dirigió un levantamiento en espera de firmar un tratado que les permitiese a los yaquis conservar sus tierras y su gobierno, sus costumbres y el derecho a conservar sus armas. en su juventud, Calixto Muni navegó, con bandera pirata, por el caribe. aprendió tácticas de guerra para enseñar en su natal Sonora y declarar la independencia de su pueblo. Fue traicionado y descuartizado por sus ejecutores españoles.
Nadie dice nada
tal vez nos hemos acostumbrado a no decir nada
pequeños hombrecitos uniformados detienen a un joven
porta marihuana
la suficiente como para forjar un cigarro
pecado mortal
pecado mortal
que lo condenen
decenas de armas de perros de órdenes ahora
Somos nosotros los que en verdad hemos sido derrotados
en verdad os digo
no podemos fumar
beber
coger
hablar de coger
pensar
opinar
mirar...
mi mirada, sostenida,
se encuentra con un hombrecillo
se me deja venir
presto a revisarme
agachar la cabeza siempre.
La victoria de Muni es el triunfo de la imaginación. un quijote indefinido, casi irreconocible, su muerte liberó a su pueblo. su lucha trascendió lo personal y se convirtió en fuente inspiracional: Juan Bandera, luchando 10 años con arcos y flechas; José María Leyva, que unificó a todos los yaquis y fue traicionado en Guaymas; Juan Maldonado, 'tebiate', que dirigió una feroz guerra de guerrillas contra los mexicanos en las montañas de Bacatete. Muni es libre en su muerte. Nosotros somos esclavos en nuestro camión de cinco estrellas.
Regresamos a nuestros asientos
con esa sensación de derrota
de impotencia
de tristeza
no hay sentido común
no hay sentido común dice la señora
las gélidas noches del desierto de Sonora
nuestro camión de cinco estrellas
75 minutos de espera
agachar la cabeza siempre...
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He estado ahí.
ResponderEliminarCerca del desierto, y pareciera que otro país y tiempo nos aborda. Uno de ficción.
Unidos por el mismo puño de tierra e injusticias de norte a sur.
Pero creo que algo peor que la derrota, es esa sensación de impotencia. De lo estático. Del capitalismo segador al costo de obedecer.
Buena entrada =) pasaré por aqui más seguido a dejar comentarios.
Callarse
ResponderEliminarvomitarte en tu propio miedo
eso de ser mártires es un insulto para nuestra gallinez
escuálidas imágenes reflejadas en un espejo difuso
nuestro canto es trémulo
nos indignamos ante tales soldaditos de mierda
no obstante bajamos la mirada escondemos la voz
defendemos nuestra individualidad
y nos ahogamos en nuestra miseria
Caborca: palabra hermosa
Rodeada de desierto
Y de eco de mar
Energía yaqui
Pero un lugar donde las armas el narcotráfico el dinero la inyección de miedo cuerpos que pecan de exuberantes el sobajamiento a fuerza de brutalidad
Nos devuelve al látigo fútil de nuestra presentaneidad resquebrajada
El canto el orgullo la inteligencia el amor de Calixto Muni sólo es posible descubrirlo ya en las piedras del desierto
Iguana, quizá ése sea mi próximo destino
Las piedras me devolverán mi antiguo fulgor
Omar, Omar... a veces escribes comedia, a veces histeria, y otras tantas -muchas, gracias a Dios- me topo con lo que de verdad piensas. Ese talento tuyo, esa visión y sensibilidad, valen la pena de la realidad que dan las letras, ya sea en papel o en pixeles.
ResponderEliminarDe cualquier forma, el punto es que me gustó y mucho este post. Por lo que dice, por como lo dice, y a quién se lo dice.
¿Mi opinión? Caborca y sus desiertos, y la cabeza agachada como eterno monumento, no son exclusivos de una zona geográfica del país, sino de una cultura mexicana donde el peor de nosotros vive esperando ese momento en que pueda sentirse arriba, aunque sea un ratito. Aunque sea a madrazos.
Y los de abajo, reconocemos el color y sabor del suelo, porque nunca nos enseñaron a mirar al cielo.
¿Miraremos?
edith... no comprendí bien la diferenciación que haces entre impotencia y derrota...
ResponderEliminaranónimo: tus palabras sobre las piedras son hermosas, creo entrever un dejo Paziano...
señor sergio: miraremos, ciertamente, pero con una humildad diferente: no se trata de colocarse en las mencionadas situaciones espaciales: esa es la humildad del pordiosero; más bien creo que la idea es no dejar que nadie agache la cabeza ante tí, y al mismo tiempo, no agacharla nunca...en cualquier caso, creo que los de abajo siempre tendrán mayor ventaja...