jueves, 4 de febrero de 2010
bruno (excerpt3)
nunca hubo algo raro en mi. quizá.sólo son cosas que desconoces. o simples exageraciones de la plebe. o sería que en aquella época tenía una memoria prodigiosa. mi cabeza daba vueltas giraba y brincaba hasta caer de bruces en la tierra. fresca. el jardín. el extraño... a veces. me da por pensar. quizá. no sé. tal vez. que nunca hice nada bien. pasaban los meses y tenía la sensación de estar equivocado. agachaba la cabeza con el padre por no memorizar el eclesiastés. nunca terminé la gramática de mi alfabeto. o quizá fue el hecho nada raro de que mi madre me moliera a palos cada que me equivocaba en las lecciones de piano. entonces maldecía a dios en francés, sólo para deleite de mi abuelo. serias bofetadas me mandaban de nuevo al suelo. sin lágrimas. adquirí la costumbre de correr en la lluvia y de cantar quedamente en las noches: mi cabeza, en ese entonces, daba vueltas y giraba y brincaba hasta caer de bruces en la tierra húmeda, dónde el jardín las velas las noches el extraño el insomnio. ah. descubrí y me regocigé en el insomnio. extraño el insomnio. pasaba las noches analizando la luz ligera de las velas. a pesar de la luz. mi paisaje interior siempre fue oscuro. te lo digo de una buena vez: : atestigué mil amaneceres, pero mi corazón, siempre volteaba a la noche. para entonces, me dormía en clase. la maestra me levantaba de las patillas. pero ni el dolor me impedía caer de bruces al suelo. era el sueño las risas la noche la maestra el extraño. a veces creo que fue una batalla injusta o quizá era que yo estaba enfermo de indiferencia o acaso era que lo memorizaba todo y siempre me mandaban callar. era malo ser listo era malo ser estúpido era malo no rezar era malo refugiarse en la oscuridad. nunca hubo algo raro en mi. quizá. cosas que desconoces. una y otra vez. mi madre el suelo mi abuelo la lluvia las velas las risas y el extraño (que extraño) el jardín en donde giraba y giraba con los brazos abiertos hasta caer, graciosamente, al suelo.
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Bruno, me hubiera gustado detener esas caídas, lo trágico es que seguirán, para deleite de seguir leyendo tus textos cuando te levantas.
ResponderEliminarcreo que nadie pudo haber detenido esas caídas... y que bueno que te tomas la molestia de leer...thanx
ResponderEliminarleerte Monterde, que deleite
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